Así que decides abrir tu pecho y decir sin control ni medida, pero al final sus ojos se llenan de asco y horror, su cuerpo tiembla de temor y sin palabras se dan la vuelta para dejarte tumbado, abandonado, completamente solo.
Tu corazón se desangra y con una nueva herida en el alma sobrevives día con día, repitiendo una y otra vez que a la próxima serás diferente, que te esconderás bajo esa piel sin dejar salir a la serpiente.
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